Los montes los queman personas, no el abandono rural

Incendio forestal_Foto freepick.es

Para prevenir los incendios forestales y limitar el daño que pueden ocasionar es fundamental conocer tres factores: las causas y motivaciones, qué vegetación facilita su rápida propagación y qué tipo de vegetación y paisaje puede resistir mejor al fuego.

Causas y motivaciones de los incendios

Las estadísticas oficiales son elocuentes: en el decenio 2006 – 2015 (último del que hay datos oficiales para el conjunto de España) casi el 5% obedece a causas naturales (rayos) y el 80,77% tiene su origen en la acción humana, ya sea intencionada o negligente. Un pequeño porcentaje (2,20%) se debe a la reproducción de incendios que se consideraban extinguidos. En el resto de los casos, no se logra identificar el origen, y cabe suponer que buena parte se deberán también a imprudencias o serán provocados.

Del total de incendios originados por la acción humana, sesenta y cinco de cada cien son intencionados y el resto se debe a neglicencias

El porcentaje de fuegos provocados oscila entre un mínimo del 19 en Canarias y un máximo del 68 en el noroeste (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, León y Zamora). Canarias es el territorio menos afectado por los rayos, pues son responsables de solo el 1,26% de los fuegos; sin embargo, en el Mediterráneo ese porcentaje alcanza el 10,36%.

Causas de los incendios forestales
Causas de los incendios. Fuente: LOS INCENDIOS FORESTALES EN ESPAÑA. DECENIO 2006-2015. MINISTERIO DE TRANSICIÓN ECOLÓGICA Y RETO DEMOGRÁFICO

La mayoría de las personas que queman los montes viven en el mundo rural. La quema de rastrojos y de matorral para conseguir pastos y terreno para cultivar es una práctica ancestral. Cuando el monte se deja arder, tal como se ha hecho a lo largo de los siglos, el incendio se considera intencionado, aunque el objetivo del incendiario fuera conseguir pastos o tierra de cultivo.

Si el fuego se propaga involuntariamente a partir de una quema de rastrojos o de matorral, se cataloga como negligencia. Esto significa que una parte importante tanto de los incendios intencionados como de los debidos a imprudencias tienen su origen en malas prácticas agrícolas y ganaderas.

En el caso de negligencias e imprudencias, en el periodo 2006 – 2015 se identificó al 31,67% de los responsables; en el caso de los incendios intencionados sólo se identificó al 1,98%

Motivaciones de los incendios forestales intencionados
Motivaciones de los incendios intencionados. Fuente: LOS INCENDIOS FORESTALES EN ESPAÑA. DECENIO 2006-2015. MINISTERIO DE TRANSICIÓN ECOLÓGICA Y RETO DEMOGRÁFICO

Qué tipo de vegetación facilita su rápida propagación

La continuidad del combustible facilita la propagación de las llamas. Hay continuidad vertical cuando los distintos estratos de un bosque (herbáceo, arbustivo y arbóreo) están en contacto. El pastoreo o herbivoría, la poda de las ramas bajas de los árboles y de las altas de los arbustos limitan esta continuidad. El mantenimiento de densidades moderadas de árboles y arbustos y de áreas de pastizal o cultivo, así como de cortafuegos, disminuyen la continuidad horizontal del combustible. Cuanto más homogéneo y abundante sea el combustible mayor será la energía y velocidad de propagación del fuego.

Por eso arden con facilidad las plantaciones forestales de eucalipto y pino, ya que la mayor parte del combustible lo aporta una sola especie

Además, al tratarse de cultivos la densidad es elevada. Algo parecido ocurre en muchas repoblaciones no productivas efectuadas con pinos en décadas pasadas.

Entre nuestras especies autóctonas, aquéllas que mantienen las ramas secas más tiempo, muchas de las cuales son, además, muy finas, tienen más propensión a arder. Es el caso del romero, de los brezos y de la jara del ládano. Son especies germinadoras, es decir, que sus semillas germinan bien después de un incendio. El Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias ha clasificado las especies según su inflamabilidad en función de la época del año, con resultados bastante llamativos.

Especies más inflamables en incendios forestales

Menos el eucalipto, todas las especies de la tabla son autóctonas y muy frecuentes en nuestros montes, especialmente en la España mediterránea y continental. Hay una herbácea (el lastón) y el resto son árboles y arbustos.

Qué vegetación y paisaje resisten mejor

Responder a esta pregunta requiere tener en cuenta el progresivo calentamiento que estamos y seguiremos viviendo. En amplias zonas del planeta se está alterando el ajuste entre las condiciones climáticas y la composición de especies y estructura de los bosques. Ello implica que existe un sobrante de vegetación que irá desapareciendo a medida que la mayor aridez deshidrate y seque más cantidad de madera, facilitando la progresión de las plagas y del fuego.

Es muy probable que con el cambio del clima y la repetición de incendios la vegetación de menor porte (herbáceas, matas y arbustos) adquiera mayor protagonismo y la densidad y biomasa de las especies leñosas disminuya.

Lo deseable es que la acción humana pueda contribuir a este proceso de adaptación al nuevo contexto climático evitando en la medida de lo posible que sean los grandes incendios quienes lo hagan.

Un monte que se quema varias veces en poco tiempo pierde capacidad de regeneración, pero ahora al efecto del fuego hay que sumar el del cambio climático, que añade aún más dificultad a la recuperación de la vegetación

Nuestras opciones se mueven entre estos dos escenarios:

  1. No intervenir. En tal caso, el calentamiento global y el fuego desencadenado por la acción humana provocarán la transformación de muchos bosques en áreas desarboladas o con arbolado muy disperso y cubiertas predominantemente por matorral y herbáceas, o bien sólo por estas últimas. En situaciones extremas quedaría el suelo totalmente desnudo.
  2. Intervenir con tres estrategias principales:
    • Reducir la cantidad de combustible mediante el aprovechamiento sostenible de nuestros montes (madera, resina, corcho, ganadería extensiva y/o potenciación de herbívoros silvestres…).
    • Aumentar la diversidad de especies para que la heterogeneidad del combustible reduzca el avance del fuego, para reducir el riesgo de sequedad derivado de las plagas (más dañinas con temperaturas mayores) y para que en nuestros montes existan especies más resistentes al fuego y con mayor capacidad de rebrote y germinación tras un incendio.
    • Actuar sobre el contexto social causante de la inmensa mayoría de los incendios a través de un mayor control de los trabajos en el monte y de más medios para localizar y castigar a los responsables.

Conclusiones

  • No existe un vínculo directo entre abandono rural, calentamiento global e incendios forestales. En España la acción humana es responsable de entre el 80 y el 95% de los incendios. Aunque el abandono rural haya provocado el incremento del combustible en los montes, si no hubiera manos que prenden mechas y arrojan colillas ni máquinas que desprenden chispas nos ahorraríamos casi todos los incendios y la adaptación de los bosques a las nuevas condiciones climáticas se haría sin el fuego. Sin la acción humana el calentamiento global debilitaría los bosques provocando su aclareo y el cambio en la composición de especies; probablemente también aumentarían los incendios debidos a rayos, pero sin alcanzar ni de lejos la magnitud del daño provocado por el fuego de origen humano.
  • Pero como no es realista creer en una reducción sustancial y a corto plazo de los siniestros provocados por la acción humana y, al mismo tiempo, es absolutamente evidente la intensificación del calentamiento global, es necesario invertir mucho más en la gestión forestal y en el aprovechamiento y gestión sostenible de los montes. Si los montes fueran fuente de riqueza muy probablemente disminuiría la intencionalidad en la provocación de incendios.