‘Charqueando’, una oportunidad para los anfibios

charca para anfibios voluntariado reforesta

Todo el mundo sabe que el lince ibérico está amenazado, pero muy pocos saben que el sapo partero en Madrid está casi extinto. Los anfibios son el grupo faunístico más amenazado de la tierra: más del 40% de los anfibios del mundo están amenazados, viven la mayor crisis que tiene la biota en la Tierra. Pero a esta tragedia le falta publicidad y titulares en los medios.

¿Qué amenaza a los anfibios?

Son varias causas. Una fundamental son las denominadas “enfermedades emergentes”. Nosotros hemos sufrido una pandemia recientemente. Los sapos, ranas, tritones, gallipatos… llevan viviendo desde hace muchísimos años pandemias letales que directamente los están aniquilando.

Una es la quitridiomicosis, que ha acabado prácticamente con el sapo partero en la Comunidad de Madrid. Ha aparecido una segunda enfermedad en España, el ranavirus, que está provocando mortalidades masivas a los anfibios de los Picos de Europa. Se trata de enfermedades que los seres humanos estamos expandiendo por todo el planeta con la globalización.

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También la fauna invasora. Los animales que hemos introducido en diferentes medios. Un ejemplo es el visón americano, un carnívoro acuático propio de Norteamérica que en España estaba en granjas peleteras y que fueron soltados por algunos colectivos de forma ilegal para que no sufrieran. Tema aparte el del bienestar animal, esos visones se han asentado en la Sierra de Guadarrama y están acabando con los anfibios Es el caso de la rana patilarga en muchas zonas del rio Manzanares.

El cambio climático implica más aridez y menos duración de los puntos de agua que los anfibios necesitan para reproducirse

Otra causa es la pérdida de puntos de agua, es decir, se quedan sin lugares en los que reproducirse. Los anfibios necesitan zonas terrestres y zonas acuáticas porque tienen un ciclo doble. La mayor parte del tiempo están en tierra, pero cuando tienen que reproducirse van al agua, que es donde se desarrollan sus huevos y sus renacuajos.

Desde antiguo hemos desecado lagunas y charcas porque eran focos de enfermedades como el paludismo

La medicina ha avanzado y se han superado esas enfermedades, pero las lagunas, las charcas estacionales… se han perdido. Con ellas desaparecen los lugares de reproducción de los anfibios, cuya capacidad para desplazarse es reducida y no tienen acceso fácil a puntos de agua alternativos.

A todo esto hay que sumarle que el ser humano ocupa cada vez más espacio. Hacemos nuevas urbanizaciones, se expanden ciudades y pueblos… y eso nos lleva a detraer más recursos hídricos, lo que provoca que el agua que les queda a los anfibios sea cada vez menos y peor.

‘Charqueando’ con socios y voluntarios

Hasta aquí, la cara preocupante de esta historia que sigue pasando desapercibida. La historia alentadora que os queremos contar es el proyecto “Charqueando” de Reforesta, que cuenta con el apoyo de la Convocatoria de Medioambiente de Fundación Montemadrid y CaixaBank.

El objetivo, intentar ayudar a paliar la pérdida de los humedales donde se reproducen los anfibios en la Sierra de Guadarrama y el sureste de la Comunidad de Madrid. En total, el proyecto contempla la creación, con ayuda de socios y voluntarios, de seis charcas y la ampliación de otras cinco ya existentes previamente. Éstas serán ocupadas por anfibios durante la época de reproducción.

¿Cómo se crea una charca?

La elección del lugar es fundamental. Por ejemplo, en una zona donde hay anfibios adultos, pero no se detecta reproducción; en un punto en el que hay o hubo agua recientemente (es la constatación de que el lugar se encharca con facilidad) o donde el suelo es impermeable.

Para hacer una charca hay que hay que solicitar autorización, ya que puede haber plantas protegidas o animales que saldrían perjudicados si se cambia su medio

La charca se hará con las dimensiones y las formas acordes a los anfibios que sabemos que sobreviven en la zona, ya que los requisitos son distintos según la especie. El gallipato prefiere charcas de grandes dimensiones, el sapo de espuelas quiere poca vegetación, el tritón pigmeo poca corriente… Las charcas, siempre, al gusto del consumidor.

Un dato importante es que en las zonas en las que estamos trabajando es fundamental que la charca se seque en algún momento del año para evitar que sea colonizada por peces y por cangrejos que acabarían con la población de anfibios. Si la charca es permanente, en algún momento los peces pueden entrar o los cangrejos pueden ser introducidos por el hombre.

Un trabajo manual, sin artificios

Las charcas en las que estamos trabajando se hacen manualmente, gracias al esfuerzo de socios y voluntarios. No introducimos ningún elemento artificial. Simplemente se elige un lugar donde el agua pueda durar lo suficiente, se cava la charca, se llega a una profundidad que permita que los anfibios se reproduzcan y ya las lluvias, antes o después, harán el resto del trabajo. Que la charca se llene depende solo del clima.

La profundidad de la charca se adapta a las necesidades de las especies de anfibios detectadas en la zona.

Algunas indicaciones a tener en cuenta son:

– Al menos un 25% de los bordes de la charca debe tener orillas con pendientes suaves para que los animales puedan salir del agua sin problemas y no convertir nuestra creación en una trampa mortal de la que no puedan escapar.

– Es necesario que a la charca le dé el sol (con él se calientan los anfibios y las plantas acuáticas crecen mejor), pero también es necesaria sombra para que no crezcan demasiadas algas y para disminuir la evaporación

– Necesitan refugios para minimizar la depredación. Dentro y fuera del agua: piedras, troncos, plantas… son un lugar donde ocultarse, refrigerarse y escapar de depredadores como las culebras de agua o los zorros. Lo ideal es que la charca tenga islas.

– Una tritonera, es decir, un hoyo dentro de la charca con más profundidad permitirá que el agua aguante más tiempo y, en caso de sequía, las larvas y los renacuajos tengan más posibilidades de metamorfosearse.

Un voluntario excava la tritonera en la que el agua se mantendrá durante más tiempo en caso de sequía o altas temperaturas.
Las piedras servirán de refugio y mantendrán la humedad para los anfibios.

¿Cómo llegan los anfibios a las charcas?

Los anfibios no se pueden llevar de un lugar a otro, sino que tienen que ir por sus propios medios a la charca donde van a reproducirse. Son animales protegidos y en gran declive, y no se pueden manipular. La extracción directa por parte de particulares es un problema serio.

Se estudian las poblaciones de anfibios que hay en el área para saber sus requerimientos y se diseña una charca que ellos por sí mismos colonizan

Tienen una movilidad reducida, muchas veces no se alejan más de 500 metros o un kilómetro de las charcas. Para encontrar los humedales les puede resultar de utilidad el canto de las ranas, como la ranita de San Antonio, cuyo canto se puede escuchar a un kilómetro de distancia y es un efecto llamada para los anfibios.

¿Qué hemos conseguido?

Solo dos meses después del inicio de los trabajos, la lista de anfibios que hemos detectado en las primeras charcas creadas (el total de las charcas estará finalizado en verano de 2023) no es corta. Irá creciendo con el tiempo, pero por el momento éste es el detalle de lo que hemos encontrado:

– Charca 1 (creada desde cero): han aparecido tres sapos corredores.

– Charca 2 (creada desde cero): un sapillo pintojo y una rana común. Cerca hay gallipato y tritón pigmeo.

– Charca 3 (ampliada): cuatro sapos de espuelas. Aquí ya se reproducían tres especies (sapos de espuelas y corredor, rana común).

– Charca 4 (ampliada): tres tritones pigmeos, un sapillo pintojo, renacuajos de sapo partero ibérico (esto significa que un macho fue a depositar los huevos allí, en esta especie es él quien se encarga de esto) y dos ranas comunes. Aquí ya aparecían esporádicamente, aunque no se reproducen aún, cinco especies (gallipato, tritón pigmeo, sapos corredor y pintojo, rana común) y se reproduce el sapo partero ibérico.

– Charca 5 (ampliada): cuatro tritones pigmeos. Aquí ya se venían reproduciendo seis especies (ranitas de san antonio y común, sapillos pintojo, corredor y común ibérico, tritón pigmeo).

Durante el día solo es frecuente ver en estas charcas a la rana común. El resto de las especies se mueve de noche.

Un sapo de espuelas, uno de los primeros habitantes de las charcas creadas con socios y voluntarios de Reforesta.

Seleccionan el ambiente húmedo de esas horas para su reproducción, especialmente tras días de lluvia y en noches cálidas de más de 5 grados y sin viento

La colonización ‘real’ de estas charcas llegará en los próximos meses, de febrero a abril. Y suele ocurrir que la totalidad de la comunidad de anfibios local tarde varios años en localizar y colonizar el lugar. Cuestión de paciencia.

Si quieres detalles sobre cómo se crea una charca, accede aquí a los materiales didácticos disponibles en la web de Reforesta.

La charca para anfibios, una semana después del trabajo realizado por los voluntarios.

Esta acción se enmarca dentro del proyecto ‘Charqueando en la Sierra de Guadarrama y en el SE de la Comunidad de Madrid’, apoyado por la Convocatoria de Medioambiente de la Fundación Montemadrid y Caixabank.

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